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El trance de pasar de perico a culé se redobla con Joan Garcia: “Si te vas, romperán 3.000 carnets”

El trance de pasar de perico a culé se redobla con Joan Garcia: “Si te vas, romperán 3.000 carnets”

Separados por apenas dos kilómetros la mayor parte de su historia -la distancia entre el estadio de Sarrià y el Camp Nou-, Espanyol y Barça se han ido construyendo por oposición y por desequilibrios. “El franquismo fomentó una igualdad falsa”, asegura con firmeza el historiador blaugrana Frederic Porta, mientras que el exjugador perico de los años 60 y 70 Jaume Sabaté no lo comparte. “El presidente Vila-Reyes (1967-69) les plantó cara, pero la política y la prensa abrieron las distancias”, sostiene. “Él ya dijo que el nombre de Espanyol le limitaría y quiso ponerle Atlètic Catalunya”, replicó Porta, que está seguro de que la entidad culé desvió su mirada al Real Madrid después del caso Di Stéfano en 1953. “La rivalidad con el Espanyol cambia a partir de la final de Copa de 1957... Después hubo condescendencia”, sentencia. “El Espanyol no ha superado eso, me sabe mal decirlo”, concluye.

Las distintas teorías históricas sobre los caminos de ambos clubes confluyen ahora en Joan Garcia, el canterano del Espanyol que, unos días después de besar el escudo y tras nueve años vistiendo la blanquiazul, le dio el sí al Barça. La próxima semana se debe oficializar el traspaso. Una “alta traición” para algunos aficionados del Espanyol, un caso repetido más veces en la historia, aunque con los matices de los tiempos. “En los años 20, Ricardo Zamora iba al que más le pagaba. Y pasó de Espanyol a Barça y luego regresó. La gente entendía las motivaciones”, detalla Porta. Años después, en una carta, el portero declaró que irse al Barça había sido “una equivocación de joven”.

El caso de Dani Solsona Nuñez quiso ficharlo pero Manuel Meler no le dejó: “Yo creo que no había tanto lío”

Todavía sin cláusulas de rescisión, los jugadores estaban “a merced de lo que decidiera el club”, añade Dani Solsona. Y así, en ese contexto, Antonio Camps pasó de Espanyol a Barça en 1961, Kubala cogió el camino contrario y Marcial o Ré jugaron en ambos clubes. Los libros recogen más de 50 jugadores que han estado en las dos orillas. “Había algunos silbidos, pero poco más. No había tanta repercusión”, coinciden Sabaté y Solsona.

“Ahora con las redes sociales todo se ha multiplicado”, explica Sabaté. “Son tóxicas”, cree Porta. Mientras que Ricardo Klein, que trabaja en el Departamento de Sociología y Antropología Social de la Universidad de Valencia, aporta la teoría: “El fútbol ahora es una conversación permanente. Las reacciones son inmediatas y eso provoca más ruido, presión, no necesariamente más raciocinio. En los años 70 los fichajes polémicos se podían vivir con intensidad, pero sin viralidad. Hoy en día, lo que dura años en la memoria colectiva empieza en un tuit”.

Lee también El Barça abona la cláusula al Espanyol y Joan Garcia ya es blaugrana Carles Ruipérez Tirado, Anaïs Martí Herrero
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El caso más famoso en los 70 fue el del propio Solsona. “Josep Lluís Nuñez me quería, pero el Espanyol dijo que no. Manuel Meler, el presidente, me aseguró que si me iba al Barça, 3.000 socios romperían el carnet. Era el argumento. Mi percepción era que no había tanto lío. Al final, llegó el Valencia y me traspasaron”, explica.

“Canito se fue del Espanyol al Barça (1980) y ahora tiene una grada a su nombre (de hecho, el traspaso se hizo para compensar la marcha de Urruti, que también cruzó la Diagonal). Con el tiempo reflexionas. Pero es cierto que en el caso de Joan, como podía ser el mío, es diferente porque eres de la casa. En los 70, éramos Rexach y Solsona. No es lo mismo irte al rival en esas circunstancias”, se explica el exjugador, que empatiza con el meta, pero también con lo que puede sentir el aficionado.

Un ídolo es un símbolo, es parte de la identidad emocional del hincha” Ricardo KleinDepartamento de Sociología y Antropología de la UV

Klein también se pone en la piel del hincha que ha idolatrado al futbolista, que apenas unos días antes había celebrado como un perico más la salvación. “Un ídolo es un símbolo, es parte de la identidad emocional de un aficionado. Si se pasa al otro ‘bando’ es un alto impacto. El que representa tu historia ahora viste los colores del otro. El dolor trasciende lo deportivo”, razona. “Los profesionales lo vemos todo con más calma. Hay que estar agradecido a Joan. Lo de besar el escudo forma parte del espectáculo”, cree Sabaté. “Como profesional, lo entiendo, pero como perico pues no me sienta bien”, se sincera Solsona. “El fútbol es extremo, no se tolera la deserción. Es la opereta del fútbol moderno de besar el escudo”, cuenta Porta.

La psicóloga Ana Merayo, ahora en The Rize y vinculada al deporte, también constata el impacto emocional de su marcha. “Joan Garcia muestra sus ganas de progresar a una edad en la que está construyendo su identidad. Pero para el aficionado del Espanyol es una traición y un duelo. Se rompe el vínculo con la tribu. Hay tristeza, decepción, agresividad... Nunca debe falta el respeto. Pero en la psicología de la identidad, cuando sucede este abandono, se rompe la coherencia y no hay justificaciones aunque las haya”, argumenta. Considera clave Merayo que el Espanyol no provoque una ruptura “abrupta” y que el meta siempre muestre este cariño.

“El fútbol, como fenómeno social, funciona como una estructura emocional y simbólica muy fuerte para las personas, que llegan a organizar su vida. Es una manera de estar en el mundo”, resume Klein.

Para el Espanyol, que “no es el segundo club de Catalunya por número de aficionados” -como añade Porta-, la identidad es muy fuerte, es lo que el publicista Josep Maria Piera compara con la Galia de Astèrix (“no pueden distraerse ni un segundo porque está en juego su supervivencia”) o Toni Segarra definió así: “Debemos ser portadores de valores, y no defraudar a los que los comparten. Debemos ganar, y sobre todo perder, de una manera propia”. Y el Espanyol siente que con Joan Garcia ha perdido.

lavanguardia

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